página principal

NI  TANTO  QUE  QUEME  AL  SANTO,  NI  POCO  QUE  NO  LO  ALUMBRE

Debemos adquirir lo que necesitamos, aprender a tener las cantidades justas de lo necesario, no demasiado. La ambición debe aplicarse con moderación, muy poca ambición lo llevará a necesidades y demasiada, en base a deseos de exaltación personal, lo llevará al egoísmo y avaricia.

El dinero puede causarnos ansiedad, infelicidad y temor, lo cual nos impide la paz espiritual, la tranquilidad; puede  convertirse en bendición o en una maldición, dependiendo del uso que se le dé, es una bendición cuando se comparte, creando empresas, proporcionando fuentes de trabajo, productos o servicios que la gente necesita, el trabajo es necesario para la salud, para ser feliz, pero cuando se ejecuta sin deseos, ni entusiasmo, afecta a la salud y al carácter.

Cuando se utiliza el dinero egoístamente, se convierte en maldición y nos convierte en  su esclavo, para obtener más del que necesitamos. Demasiada ambición por poder, fama y dinero nos  puede llevar a la ruina y ocasionarnos la muerte.

Podemos ser más felices si compartimos con los demás cosas, situaciones que nos darán alegría. Pensar en proporcionar servicio a los demás y no en la ganancia que se obtendrá, es tener ambición desinteresada, que proporciona paz espiritual.” Cuando se es disciplinado y  pueda no  temerle a nada, no odiar a nadie, no envidiar a ninguno, no desear algo por lo que no se haya esforzado y utilice sus experiencias en beneficio propio, podrá conocer que la paz espiritual es el resultado de haber vivido con moderación”.

Sucede con frecuencia que antes de reencontrarnos, pasamos por una serie de dificultades, desengaños y fracasos, que son beneficios disfrazados que nos indican y obligan  a elegir otros caminos para encontrar nuevas y mejores oportunidades, para ser sabios y felices.

Cuando la frustración llegue, piense que es el trabajo silencioso de su amigo invisible, que lo está salvando del peligro”, como dice el refrán:” no hay mal, que por bien no venga.”